Nosotras

Somos una congregación religiosa, fundada por Santa Cándida María de Jesús en 1871, una mujer humilde, de poca cultura y pocos medios materiales, pero valiente y sensible a la falta de educación. Dedicó su vida a promover la educación de la niñez y juventud, especialmente, de la mujer. Puesta su confianza en Dios, emprende una obra que era excesiva para las posibilidades que ella tenía. Dios bendice su empeño de educar a la entera persona.

Nuestra vida de Hijas de Jesús consiste principalmente en ser llamadas, atraídas por Dios, a seguir a Jesucristo en una comunidad de discípulas, enviadas al mundo para servir y realizar un ministerio en su nombre y a su modo, con su rostro y sus sentimientos, en las circunstancias concretas de la vida, según cada tiempo de la historia.
Nuestra misión es anunciar a Jesús y colaborar al desarrollo integral de aquellos a quienes servimos a través de una concepción cristiana de la persona y el mundo. Al vivir a Dios como Padre universal, nos sentimos llamadas a hacernos hermanas de todos, especialmente de los que están en mayor necesidad, permaneciendo, como Jesús, allí donde otros no llegan o no desean estar.

NUESTRAS FRASES

La experiencia de sentirse amada incondicionalmente por Jesús le lleva a querer identificarse con él. Lo ha colocado en el centro de sus afectos, de sus ideas, sus ilusiones, sus sueños y sus deseos. Él lo abarca todo, le da sentido. Sin el amor apasionado por Jesús, no se comprende la vida de Santa Cándida.
La confianza en Dios Padre es la actitud de hija, es la que le acompaña toda la vida. Nunca la duda turbó la seguridad en el poder y la fidelidad de Dios. Se siente pequeña y proclama su esperanza abandonada en las manos del Padre en quien cree y espera.
La relación que cultiva con María Inmaculada hunde sus raíces en la historia de fe del pueblo y en la suya propia. María es la estrella de nuestros caminos, la madre que da seguridad y fortalece con su cariño. En esa seguridad que da la madre de Jesús,  pone su esperanza.
Los deseos movilizan, responden a los anhelos íntimos de la persona. Son expresión de su pensamiento y amor. Dios pone en el corazón de Santa Cándida deseos que le llevan a pensar más en los demás que en ella misma. Unos deseos que le mueven a comprometerse con Dios desde su pobreza personal y de medios materiales. Son deseos que discierne para buscar en todo amar y servir.
Este anhelo siempre vivo en santa Cándida lo promueve desde los primeros años de la Congregación. Con gran gozo y emoción despide a las primeras Hijas de Jesús que viajan a Brasil. Las Hijas de Jesús, a lo largo de la historia, seguirán haciendo realidad su sueño. 
A pesar de las grandes dificultades que atraviesa, la alegría y gratitud son dos actitudes que vive con hondura. La alegría le nace de la profunda unión que tiene con Dios en la persona de Jesús.  Se transforma en ella en algo connatural que la define e invita a vivir.  Esta actitud de serena alegría la comparte con sencillez con todos con los que se relaciona.
De Tolosa irá a Burgos a trabajar como sirvienta en la casa del magistrado don José Sabater. Es una joven con una fuerza interior que cultiva con esmero y comparte con naturalidad. La fuerza de Jesús va conquistando su corazón y le invita a comprometerse, cada vez más, en gestos sencillos de ayuda. Ante la queja de los vecinos por la cantidad de pobres que van a buscar comida a la casa, ella defiende su acción solidaria con determinación, incluso  a costa de perder su trabajo.
San Ignacio es un santo que forma parte del contexto vital de Santa Cándida. Ante su imagen majestuosa reza en Santa María de Tolosa. Su ingenuidad de niña la lleva a querer imitarlo. El jesuita Miguel de San José Herranz ejerce de maestro, acompañante, amigo y apoyo en la fundación de la Congregación. La espiritualidad ignaciana corre por las venas carismáticas de las Hijas de Jesús.
La disponibilidad es una consecuencia lógica de vivirse libre frente a todo y a todos. Libre para elegir desde la indiferencia lo que más conduce al bien de los prójimos y la gloria de Dios. Libertad que se convierte en experiencia fundante y generadora de vida. La disponibilidad es la base sólida que sustenta su persona, que la impulsa a poner su libertad y sus fuerzas al servicio de Dios Padre.
El amor de Dios que ha ido educando y moldeando su corazón de madre, maestra y fundadora le lleva a acoger la última llamada y a dar su respuesta personal. La paz que siente ante la muerte que ve próxima le lleva a expresar esta frase de síntesis de vida. Reconoce que no se ha guardado nada en el seguimiento de Jesús, pobre y humilde.
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